El proyecto 'Narrar para no olvidar' del MUN invita a compartir relatos personales de las experiencias vividas durante la pandemia en Navarra

El Museo Universidad de Navarra inicia en marzo Narrar para no olvidar,un proyecto que busca registrar relatos personales sobre el impacto de la Covid-19 en Navarra. Su principal objetivo es salvaguardar la experiencia colectiva actual para las futuras generaciones, poniendo en valor el relato como herramienta para la integración emocional de los hechos y sus interpretaciones.

Como explica Dailey Fernández, graduada del Master in Curatorial Studies del Museo y comisaria del proyecto, entre las metas de la propuesta está “ofrecer la herramienta de la narración con un fin curativo para lidiar con una realidad compleja y los traumas que ha provocado”. Asimismo, se quiere “poner en valor las narrativas personales y proporcionar un canal para ellas, así como recopilar y archivar las diversas experiencias de la comunidad, información que puede ser muy útil para estudios actuales o posteriores sobre cómo se ha vivido esta crisis sanitaria en todos los niveles: económico, social, psicológico y emocional”.

 La iniciativa invita a todas las personas residentes en Navarra, de diferentes edades (a partir de 14 años), procedencias y sectores, a compartir sus vivencias en forma de relatos, que pueden acompañarse con imágenes, vídeos y archivos de audio. Todas las personas que quieran participar pueden hacerlo a través de la web del proyecto. Los testimonios recibidos estarán disponibles para el público general y para la investigación. Su extensión máxima es de 4.000 caracteres y pueden enviarse, en castellano o en euskera, firmados o de forma anónima. Junto a Dailey Fernández, integran el equipo Nieves Acedo, directora de Programas del Museo; María Ozcoidi, coordinadora; e Inés Olza, mediadora experta en narrativas.

Narrar para no olvidar utiliza la metodología de storytelling, siguiendo la estela de otros proyectos similares que ya se han realizado en el ámbito cultural con distintos fines, “para tender puentes entre instituciones culturales, museos y sus respectivas comunidades”, apunta Fernández. “Se privilegia el ejercicio de la escritura por todo lo que supone a nivel emocional y psicológico. Pero se abre la posibilidad de que se compartan también imágenes para complementar el relato”, resalta. A través de estos relatos, podemos “sentirnos acompañados y desdibujar distancias o diferencias de todo tipo en medio de una situación que nos es común. Se trata de dar voz y ofrecer un canal”.