El arquitecto Rafael Moneo (Tudela, Navarra, 1937) ha presentado ante los medios de comunicación el Museo Universidad de Navarra, su obra más abstracta

Tras unas breves palabras de Ángel J. Gómez-Montoro, presidente del Patronato del Museo Universidad de Navarra, en las que ha resaltado la magnanimidad de María Josefa Huarte por donar su colección, Moneo ha comenzado la visita por el corredor expositivo de la planta 0, donde también se podrá exponer parte de la colección.

Con 3.000 m² de suelo expositivo, el edificio cuenta con 12 salas disgregadas entre la planta 0, -1 y 2, totalmente interconectadas. Asimismo, cuenta con un teatro-auditorio de más de 700 localidades destinado a completar el programa de las artes escénicas. Dividido en dos alturas, este espacio "favorece la sensación de proximidad tal y como existía en los teatros clásicos", ha subrayado el arquitecto.

La planta baja del edificio está destinada principalmente a la colección de fotografía y la zona de almacenaje. Las aulas de esta planta y los talleres de la planta 1 permitirán impulsar la misión docente del Museo. "El objetivo es convertirlo en un aula más de la Universidad ya que es capaz de servir al alumnado", ha afirmado Moneo.

"No es solo un museo de pintura, sino que es un centro cultural con actividades diversas del que podrá disfrutar toda la comunidad navarra y quienes quieran acercarse a él", ha apuntado Moneo.

Emplazado en la ladera del campus universitario más cerca de la ciudad, el Museo "tiene la voluntad de establecer un puente entre la Universidad y Pamplona". "Este campus es uno de los campus españoles que mejor se enlaza con la tradición anglosajona en la que el paisaje tiene una gran relevancia", ha destacado el arquitecto.

Los materiales empleados en la obra de Moneo son el hormigón, el basalto y la madera de roble. Para el hormigón, el arquitecto tudelano ha escogido uno "muy bien acabado, poroso y al que se le ha quitado la parte satinada". También posee un tono terroso, que responde a una intención de aportar calidez y de no despegarse del color y de la textura de la tierra.

La obra de Moneo tiene una "gran generosidad de espacios". Tal y como ha declarado el arquitecto, "es un edificio severo en el exterior pero rico y muy complejo en el interior".