El edificio refleja la historia de los inicios del Museo

La historia que hay detrás del Museo Universidad de Navarrase ve reflejada en el edificio que Rafael Moneo diseñó. El propio arquitecto así lo hizo saber a los alumnos del Máster de Diseño Arquitectónico durante la visita a las obras del museo en construcción. La profunda huella que la familia Huarte deja en Navarra, su pasión por el arte contemporáneo, su labor de mecenas de artistas como  Oteiza o Chillida, el realce del hormigón en los años 30, la elegancia de Mª Josefa… Son muchos los factores que configuran la condición fragmentadaque tiene este edificio diseñado por Rafael Moneo.

Según Moneo, el que los alumnos conocieran las circunstancias en las que se gestó el proyecto del Museo es crucial para entender el edificio, pues como dijo él mismo,"detrás de los edificios hay vida".

Los inicios del proyecto

Cuando Mª Josefa Huarte decidió donar en 2008 su colección a la Universidad de Navarra la idea era realizar una construcción sencilla que albergara las obras de arte. Sin embargo, el proyecto del Museo fue evolucionando y cada vez se pensaba en un edificio más ambicioso, capaz de albergar más espacios dedicados a diversas artes: ya no se trataba de un lugar donde simplemente exponer la colección, sino que se incorporaban al proyecto otras estancias como un Auditorio donde exhibir artes escénicas, una biblioteca o talleres y aulas para poder impartir docencia. La colección de Mª Josefa se convirtió en el origen de un centro cultural con una potente programación.

El edificio

Moneo, que fue nombrado el arquitecto del edificio por deseo de Mª Josefa Huarte, valoró distintas ubicaciones dentro del campus para emplazar la construcción: colindando con el edificio de Bibliotecas,  cerca de la Escuela de Arquitectura, en la explanada junto al Ed. Central… Y finalmente se decidió la ladera próxima al barrio de Iturrama, muy cerca de la Biblioteca y de la ciudad de Pamplona. De esta manera el edificio marca el inicio del campus mirando hacia el monte del Perdón y los navarros tendrían una entrada directa al centro cultural.

Que el museo estuviese incorporado, casi mimetizado, en el paisaje era un objetivo claro del arquitecto. El lugar donde se ha establecido, entre dos laderas, y su cubierta ajardinada lograrán aportar esa sensación de "camuflaje" en el campus que caracterizará al Museo Universidad de Navarra.

La buena experiencia de la luz natural en las salas de la Fundación Miró en Mallorca, animaron a Moneo a incluir unas lomas que permitieran el acceso de luz desde el exterior. A la planta sótano no accederá la luz natural debido a las condiciones de conservación que exige la colección de fotografía, que podría verse dañada con los rayos de sol.

Los tres grandes bloques que determinan el museo son el Auditorio, las salas expositivas y la torre de almacenaje. Sin embargo, los diversos elementos que componen el edificio serán percibidos como volúmenes independientes con vida propia pero unidos en una misma figura. En el interior cobran gran importancia los espacios intersticiales que hay entre las salas, ya que cumplen una función conjuntiva en el edificio. Su condición fragmentada ha llevado definirlo como "el edificio más abstracto de Rafael Moneo".

El hormigón

El hormigón es el material elegido para la construcción del edificio. El dar continuidad al estilo arquitectónico del campus era primordial a la hora de decidir cómo sería el edificio y por ello, Moneo quiso continuar la línea de la Biblioteca, Ciencias Sociales o el nuevo Ed. de Amigos.

El tono rojizo que presenta el hormigón responde a la intención del arquitecto de aportar calidez y de no despegarse del color y de la textura de la piedra. Según Rafael Moneo, el color será parecido al de la Catedral de Los Ángeles, diseñada por él en 2002.